Ya
que a muchos de nuestros seguidores les gusta conocer más sobre nuestra
cultura, hoy queremos compartir este relato hindú muy colorido y folclórico sobre el
amor de el Príncipe Nala y la Princesa Damayanti.
Érase
una vez un Príncipe llamado Nala quien aún no tenía esposa, fue así que,
buscándola escuchó de Damayanti, hija de Bhima, Rey de Vidarbha, quien al mismo
tiempo buscaba esposo para su hija. Conoció a Nala y le pareció que no había
nadie mejor que él para su hija.
Mientras
tanto, Damayanti, un día que había bajado al lago a jugar en el agua, allí se
había encontrado con un cisne que se había alimentado con flores de loto,
jugando lo atrapó echando sobre él su vestido. Sabiéndose atrapado, el cisne se
comunicó con ella y, a cambio de su libertad le ofreció la posibilidad de
encontrarse con Nala quien era codiciado por las doncellas. “Tú eres digna de
él y él digno de tí, por eso, para unión de iguales, me ofrezco de mensajero de
amor entre ustedes”. Así aceptó Damayanti el trato comprometiéndose a no
recibir a otro que a Nala.
Por
su parte, Nala apenas divisó al cisne, le arrojó su ropaje por curiosidad y lo atrapó. Inmediatamente el
cisne habló: “Príncipe Nala, vengo de parte de Damayanti, la más hermosa de las
doncellas y el mejor adorno de la tierra a quien incluso los dioses pretenden,
ella se enamoró de ti al yo hablarle de tus virtudes y prometió ser tu esposa.”
Nala,
flechado por el diós del amor respondió: “qué afortunado soy, mis deseos han
sido escuchados”. Anhelosa,
Damayanti uso una estratagema y por boca de su madre pidió a su padre que se
celebrara la ceremonia de Svayambara para encontrar a Nala. Así fue que se
envió el mensaje a todos los reyes de la tierra, Nala montó su carruaje y
partió hacia el reino de Bhima.
Mientras
tanto, los dioses del viento, de la muerte y del fuego se cruzaron en el camino
de Nala y le ofrecieron una treta, que Damayanti escogiera entre ellos a su
esposo. “Entre nosotros, tú te volverás invisible, los mortales sufren la
muerte, nosotros no, podrás entrar en sus aposentos sin que ella te vea”. Le
ofrecieron la inmortalidad a cambio de jugar esta treta, y Nala, la aceptó.
Nala
efectivamente entró invisiblemente en su habitación y le ofreció la
inmortalidad tal como los dioses se lo habían propuesto, Damayanti lo escuchó,
pero se negó a aceptar el trato. “Mi esposo será Nala, mortal, no tengo
necesidad de los dioses”. Nala regresó donde los dioses dando la respuesta de
Damayanti, éstos entendieron la voluntad de Damayanti y ofrecieron a Nala sus poderes: “nosotros
acudiremos a ti, aún sólo cuando nos pienses, tú que dices la verdad”.
Después
de esto, los dioses, no conformes con respetar la voluntad de Damayanti,
tomaron la forma de Nala y se presentaron en la ceremonia de Svayambara. La
Princesa, uno a uno descartó a los otros candidatos hasta que se encontró con
otros tantos iguales en apariencia a Nala e inmediatamente pensó que era una
ilusión óptica que le jugaban los Lokapalas. “¿Cómo es posible este engaño? mi pensamiento
siempre ha sido para con Nala y no aceptaré a ningún otro, cualquiera es un
extraño para mi. Deberán mostrarme su cuerpo.” Los dioses, al instante
recuperaron su propia forma y se marcharon. Nala y Damayanti se casaron.
En
el camino de regreso, los dioses se encontraron con los malvados Kali y
Dvapara, quienes al ser informados de lo ocurrido y cómo esta muchacha había
vencido en su propia treta a estos dioses poderosos, juraron vengarse separando
a la feliz pareja.
Así
Damayanti se fue a vivir con su esposo a su reino, tuvieron dos hijos y su amor
fue el más grande que jamás se hubiera visto hasta entonces.
Mientras
tanto, Kali y Dvapara estudiaban a Nala buscando algún punto débil. Nala era un
hombre entero que vivía según los textos sagrados, pero un día, embriagado, se
quedó dormido antes de hacer su oración del crepúsculo ni lavarse los pies. En
ese estado de debilidad e impureza, Kali entró en el cuerpo de Nala quien ya no
pudo actuar correctamente, sino como Kali le ordenaba. Jugaba a los dados, se
divertía con las sirvientas, se dedicaba a dormir durante el día y velaba en la
noche, se apropiaba injustamente de riquezas y se ganaba el miedo y disgusto de
los buenos y el respeto de los malos.
Pushcara,
hermano de Nala, también había sobrepasado el camino de los buenos y el maldito
Dvapara entró en su cuerpo haciendole actuar el mal. Así, un día los hermanos
entraron en una fiera disputa por causa de un toro. Pushcara se negaba a
otorgárselo a Nala y lo retó a que se lo ganara en el juego. Los hermanos
comenzaron a jugar todas sus posesiones y Nala, en pocos días perdió lo suyo.
Pushcara imprecó a Nala a apostar a su misma esposa Damayanti, pero él se negó,
sus hijos, damayanti los había enviado a cada de su padre antes de esto, y a
los esposos no les quedó otro camino que alejarse de esas tierras perdidas y se
adentraron al bosque cansados y hambrientos. Desesperado Nala, enseñó a
Damayanti el camino a la casa de su padre y la abandonó en silencio durante la
noche. Damayanti no pudo tolerar esa decisión conociendo a su esposo… “¡qué me
importa mi vida, que los dioses te ayuden a ti, si es que yo soy casta!”
imprecó severamente.
Damayanti
tomó el camino de regreso a la casa de su padre con mucha dificultad, la fuerza
de su castidad la protegía y jamás perdió su devoción por su marido. Un cazador
la salvó de una serpiente y se enamoró de ella, pero quedó, por ello convertido
en cenizas. Por azar se unió a una caravana y la hija de una reina la encontró
y la llevó a su palacio, la reina la respetaba, “mi esposo me ha abandonado”
repetía Damayanti.
Cuando
el rey Bhima se enteró de lo ocurrido, mandó a buscar a Nala y a Damayanti por
todo el mundo. Encontró a Damayanti en la corte de esta reina. Pero Nala,
seguía en el bosque, una serpiente le pidió un favor, y él se lo concedió a
cambio, la serpiente lo mordió convirtiéndole en un ser feo y oscuro. “¿Cómo me
paga el favor que le he hecho?” La serpiente le respondió: “la fealdad conviene
para vivir en secreto y para el éxito de los propósitos de los grandes, toma
estas prendas purificadas por el fuego, cuando te las pongas recobrarás tu
hermosa apariencia”.
Siguió
su camino Nala, y entró en el palacio de un rey de esos lugares y se ganó el
puesto de cocinero. Mientras tanto los mensajeros del rey Bhima seguian
buscándolo y se enteraron de ese cocinero que tenía muchas cualidades similares
a las de Nala. Damayanti sospechó de inmediato que Nala podía estar
escondiéndose bajo el aspecto de ese cocinero y preparó todo para que llegara
al palacio de su padre, y una vez allí le hizo pasar unas cuentas pruebas para
comprobar su verdadera identidad hasta que el mismo Nala se reveló. “¿Cómo te
ha podido ocurrir esto?” le preguntó Damayanti, “por haberme abandonado te
ocurrieron tantas desgracias”. Nala conservaba las prendas de fuego que le
había otorgado la serpiente y al vestirse con ellas recobró su bella
apariencia. Al ver a Nala en su verdadera apariencia, floreció rápidamente la
cara de loto de damayanti y el fuego de su miseria se extinguió en el agua de sus
ojos.
Kali,
ya había salido del cuerpo de Nala: ” entré en tu cuerpo pot envidia porque
Damayanti te había escogido a ti, por eso perdiste tu gloria mediante el juego,
la serpiente cuando te mordió no te quemó, pero a mi si, verás, lo que es
felicidad para unos es daño para otros.
Me voy, tengo otras oportunidades de hacer el mal con otros.”
Dpavara
salió del cuerpo de Pushcara, hermano menor de Nala quien logró recobrarlo sano
y salvo, entonces humilde ahora Pushcara, junto con Nala, se repartieton el reino
y vivieron felices todos.
Todos
llevamos un par de leyendas con nosotros, en nuestro mismo ser. Lo más
interesante es que nuestra vida no sea puro cuento, y que con gracia podamos
dejar como parte de nuestra herencia una historia, una leyenda, una huella en
este mundo para los que vienen después de nosotros.
Os
esperamos en Basmati para haceros soñar con nuestra comida preparada con amor
en un lugar muy romántico.
Restaurante Basmati
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Shahin Awal
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Comida de calidad
Menú degustación